El Tratado de Libre Comercio
EEUU-Europa conocido por las siglas TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership) nos habla de
creación de puestos de trabajo, aumento del PIB, aumento de los beneficios
comerciales etc. Como siempre sobre el papel todo suele ser muy bonito o casi
pero ¿cuáles son los riesgos a los que nos enfrentamos?
En no pocas ocasiones hemos dicho
que España se asemeja más a un país de copia-pega que a un país innovador de
forma que aunque en estos momentos estemos creciendo por encima del resto de
socios europeos lo estamos haciendo vía costes o mejor dicho vía salarios lo
cual viene a ser el chocolate del loro ya que no es mantenible ese tipo de
crecimiento.
En estos términos este nuevo Plan
Marshall pasará por delante de nosotros probablemente como lo hizo el otro, es
posible que crezca el PIB lo que dará lugar a grandes páginas en los periódicos
y pseudodebates parlamentarios alabando la gestión de los causantes pero se
conseguirá mediante el empobrecimiento ya que esa es nuestra forma de competir.
Si igualamos normas, está claro
que no se va a poder endurecer las que vienen del lado norteamericano puesto
que no serían aceptables en términos de competencia ya que elevarían sus costes
y vulneraría su forma de entender el sueño americano y avanzaríamos en la
consecución del estado del "Peorestar" esa pesadilla europea que
estamos desarrollando últimamente.
No vamos a hablar de la
superioridad de las granjas estadounidenses sobre las europeas tanto en número
como en eficiencia, en parte por su tamaño y sobre todo por el uso de
transgénicos y otras características de ese tipo no permitidas en Europa puesto
que ya se ha hablado demasiado sobre el tema y se ha negado el problema desde
el lado de los negociadores pero sí podemos hablar sobre los controles de
cumplimiento de las normas. Tampoco vamos a entrar en el tema de privatización
de servicios públicos, tema también ampliamente tratado, ya que por mucho "Obama Care" que se haya
realizado al otro lado del atlántico tampoco seremos capaces de competir en
servicios con las multinacionales americanas.
Sea como fuera el tratado, se
permita o no, nunca nos hemos caracterizado por unos sistemas de control
efectivos. No lo hacemos entre otros con los productos chinos así que mucho
menos lo vamos a hacer con lo que venga
de nuestros socios de la OTAN.
Pero el punto quizás más
relevante es el establecimiento de un arbitraje privado en la resolución de conflictos
entre gobiernos y multinacionales. En otras palabras, las multinacionales
estarían por encima de los Gobiernos ya que estos últimos se verían
imposibilitados a variar su estrategia si las urnas así lo determinaran.
Simplemente, los Estados no podrían hacer frente a los costes que supondrían el
variar los acuerdos, lo que llevaría cuando menos que a tener que cambiar la
constitución española para que en lugar de decir "el poder reside en el
pueblo" diga el poder reside en las multinacionales.