La pasada cumbre europea nos ha mostrado como nuestro líderes siguen mirando desde la altura a la sima en la que se encuentra sumido nuestro continente. Parece que la austeridad propugnada por Merkel y Sarkozy no surge efecto y Europa no es capaz de remontar.
Ahora, con la nueva recesión en puertas,empiezan a ver algo que era de sentido común, que para salir de una crisis hay que crecer y lanzan un mensaje, eso si con la boca pequeña, a favor del empleo aunque vacío de contenido.
Se podría afirmar, que la única altura que ha tenido la reunión es la de llamarse cumbre, ya que mientras unos se preocupan o jactan de la posibilidad de que haya huelgas generales, que las habrá si a los sindicatos les preocupan los trabajadores; otros se visten de madera y les crece la nariz cuando afirman que un trabajo fijo es monótono y que lo bonito es cambiar. Entonces ¿por qué se aferran tanto a sus sillones?
¿Qué parte del mensaje no han entendido? Mientras los ciudadanos se preocupan por encontrar empleo, ellos miran las cifras de paro. No parece que entre sus objetivos esté el de crear más puestos de trabajo y estables sino simplemente reducir la cifra de paro aunque sea con empleos maxibasura, para poder sacar pecho en próximas reuniones.
Los líderes deben trabajar para establecer las condiciones que permitan que se haga realidad el principio de empresa en funcionamiento en vez del principio de empresa en concurso, que es el que ahora rige. La empresa debe funcionar y los trabajadores trabajar pero todos los días y no a ratos aunque a Monti le resulte monótono.
No parece que tengan altas miras los que pretenden pasar del estado del bienestar al estado de la agonía permanente. Pero, si no quieren trabajar de manera fija y dado que los últimos cinco años no han resuelto nada, podían como dicen, abandonar su hastío y participar en las bondades que tiene dejar el cargo.
Un líder que no tiene confianza en resolver el problema ni seguridad para hacerlo no es un líder.
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