Muchos de nosotros nos hemos
visto, en algún momento, en la necesidad de buscar trabajo y con suerte hemos
podido acceder a las entrevistas previas a la contratación. Pero antes de
ocupar el puesto que nos ofrecen, tenemos que superar una serie de cribas
establecidas por los empleadores. En política ocurre igual.
Cada cuatro años, más o menos, la
empresa España ofrece puestos de trabajo, presentándose varios candidatos
aunque, en este caso, somos nosotros, los votantes, los encargados de hacer esa
selección. Sin embargo, y al revés de lo que ocurre con las empresas, no
podemos realizar preguntas al candidato teniendo que conformarnos con debates o
entrevistas televisivas, en la mayoría de los casos pactadas por los propios
aspirantes.
No obstante, si tuviéramos que
hacer la selección siguiendo las pautas que marcan los empleadores ¿cómo actuaríamos?
- Deberíamos descartar a los mayores de 40 años, si son varones, o mayores de 30 si son mujeres.
- Deberíamos eliminar de la lista a los candidatos que no reúnan una titulación acorde con el puesto.
- No podríamos aceptar a los que no sean capaces de comunicarse de forma fluida en uno o dos idiomas además del español.
- Deberíamos desechar de forma automática a los que falsean el currículo o mienten.
- Tendríamos que exigir, como mínimo, cinco años de experiencia en un puesto similar.
Algunos recurren a
"expertos" externos para demostrarnos a los empleadores la bondad de sus
prácticas. En este punto debemos tener en cuenta que, en
primer lugar, la posesión de un título o cargo no convierte a alguien
necesariamente en experto y en segundo lugar, recordar el dicho "lo bien
hecho bien parece" por lo que la utilización de estos expertos sería como
presentarse a una entrevista de trabajo con nuestra mamá para que reafirme lo
acertado de elegir nuestra candidatura.
Sería, también conveniente, para
beneficio de la empresa, utilizar becarios y así reducir los costes sin tener
obligaciones posteriores. No obstante, como parece que la empresa España no lo
permite, deviene necesario contratar, de entre los candidatos supervivientes, a
aquellos que no vengan con la mochila cargada ya que hay que trabajar para la empresa
sin deudas pendientes
.
.
Por último, si a pesar de todos
nuestros esfuerzos para hacer la contratación no encontráramos un candidato
adecuado, no sería bueno dar el puesto a cualquiera, sería más razonable
declarar desierta la convocatoria y convocar nuevas pruebas de selección.
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