El otro día oíamos la frase “el
menor vigor del PIB provocará que sea prácticamente imposible cumplir el
objetivo de déficit” y en ese momento nos venía a la memoria un acertijo
infantil anglosajón “Why was 6 afraid of 7? Que traducido sería ¿Por qué teme el número 6
al número 7? Si el lector no lo sabe le diré la respuesta en forma numérica y
en inglés es: “because 789” cuya traducción no tiene sentido. ¿Dónde se
encuentra entonces la gracia? La respuesta proviene de un juego de palabras. Si
en vez de utilizar dígitos los escribimos en letra, la respuesta sería “because
seven eight nine” cuyo sentido no cambia. Pero al sustituir eight por el pasado
del verbo eat (comer), cuya pronunciación es similar, quedaría “because seven
ate nine”. Es decir, porque el siete se comió al nueve. En este caso, el caso
del acertijo infantil, el número siete se vuelve tan vigoroso que es capaz de
comerse a otro y asustar al pobre seis que no estaba haciendo nada.
Sin embargo, en la vida real,
los números, los datos, no son más que datos y carecen de ese tipo de
cualidades. Si no fuera así, podríamos también atribuirles afinidad política y
decir que los números son de derechas por la diferencia de valor del 0 según
esté situado a un lado o a otro de un número. Y también mágicas al número 7 o
diabólicas si hablamos del número 6 repetido tres veces. Incluso tendríamos el
estilizamiento del número 1 o los michelines del 8. Por cierto, mientras hago
dieta ¿Qué número me representa? Cuando terminemos este escrito lo buscaremos
en la cábala.
Parece que se nos olvida que
un dato no tiene valor por sí mismo sino que es una información sobre algo concreto que permite su conocimiento exacto o sirve para deducir las consecuencias derivadas de un hecho.
Que el PIB alcance una cifra u
otra depende de la evolución de las variables que lo integran y en ese contexto
nos alegramos de saber que, a diferencia de lo dicho en anteriores ocasiones
parece que el estancamiento del comercio internacional sí que nos afecta. Nos
quedamos más tranquilos sabiendo que el problema es global. Por un momento creíamos
que la culpa iba a ser nuestra.
Sin embargo, y obviando la “vigorosidad”
o “debilidad” que a final de año refleje el PIB, para cumplir el objetivo de
déficit quizá bastaría con no gastar lo que no se tiene. Quizás no seamos capaces
de alcanzar el objetivo de déficit porque se ha realizado una amnistía fiscal, justo
antes de las elecciones una rebaja fiscal, ahora y con nuevas elecciones, la
devolución a los funcionarios de la paga pendiente, nuevos gastos electorales cuyo
importe, pese a las indicaciones dadas, parece que no se va a ver reducido. Quizá
algo tengan que ver los gastos de las tarjetas black no declarados o las
partidas de dinero público desviadas en los casos de corrupción.
No sé si los asesores
nombrados justo antes de que se disolvieran las cámaras tendrán algo que ver
con la falta de cumplimiento de la cifra de déficit. Menos mal que ya nos hemos
puesto en marcha emitiendo bonos a 50 años para que lo tengan que pagar otros,
así la culpa la tendrán siempre los que estuvieron antes. ¡Faltaría más!
En fin, como dijo Federico Trillo:
“Manda Güevos”.
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