jueves, 12 de mayo de 2016

Manda Güevos



El otro día oíamos la frase “el menor vigor del PIB provocará que sea prácticamente imposible cumplir el objetivo de déficit” y en ese momento nos venía a la memoria un acertijo infantil anglosajón “Why was 6 afraid of 7?  Que traducido sería ¿Por qué teme el número 6 al número 7? Si el lector no lo sabe le diré la respuesta en forma numérica y en inglés es: “because 789” cuya traducción no tiene sentido. ¿Dónde se encuentra entonces la gracia? La respuesta proviene de un juego de palabras. Si en vez de utilizar dígitos los escribimos en letra, la respuesta sería “because seven eight nine” cuyo sentido no cambia. Pero al sustituir eight por el pasado del verbo eat (comer), cuya pronunciación es similar, quedaría “because seven ate nine”. Es decir, porque el siete se comió al nueve. En este caso, el caso del acertijo infantil, el número siete se vuelve tan vigoroso que es capaz de comerse a otro y asustar al pobre seis que no estaba haciendo nada.

Sin embargo, en la vida real, los números, los datos, no son más que datos y carecen de ese tipo de cualidades. Si no fuera así, podríamos también atribuirles afinidad política y decir que los números son de derechas por la diferencia de valor del 0 según esté situado a un lado o a otro de un número. Y también mágicas al número 7 o diabólicas si hablamos del número 6 repetido tres veces. Incluso tendríamos el estilizamiento del número 1 o los michelines del 8. Por cierto, mientras hago dieta ¿Qué número me representa? Cuando terminemos este escrito lo buscaremos en la cábala.

Parece que se nos olvida que un dato no tiene valor por sí mismo sino que es una información sobre algo concreto que permite su conocimiento exacto o sirve para deducir las consecuencias derivadas de un hecho.

Que el PIB alcance una cifra u otra depende de la evolución de las variables que lo integran y en ese contexto nos alegramos de saber que, a diferencia de lo dicho en anteriores ocasiones parece que el estancamiento del comercio internacional sí que nos afecta. Nos quedamos más tranquilos sabiendo que el problema es global. Por un momento creíamos que la culpa iba a ser nuestra.

Sin embargo, y obviando la “vigorosidad” o “debilidad” que a final de año refleje el PIB, para cumplir el objetivo de déficit quizá bastaría con no gastar lo que no se tiene. Quizás no seamos capaces de alcanzar el objetivo de déficit porque se ha realizado una amnistía fiscal, justo antes de las elecciones una rebaja fiscal, ahora y con nuevas elecciones, la devolución a los funcionarios de la paga pendiente, nuevos gastos electorales cuyo importe, pese a las indicaciones dadas, parece que no se va a ver reducido. Quizá algo tengan que ver los gastos de las tarjetas black no declarados o las partidas de dinero público desviadas en los casos de corrupción.

No sé si los asesores nombrados justo antes de que se disolvieran las cámaras tendrán algo que ver con la falta de cumplimiento de la cifra de déficit. Menos mal que ya nos hemos puesto en marcha emitiendo bonos a 50 años para que lo tengan que pagar otros, así la culpa la tendrán siempre los que estuvieron antes. ¡Faltaría más!

En fin, como dijo Federico Trillo: “Manda Güevos”.

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